martes, 14 de abril de 2015

INFLUENCIA SOCIAL EN LA MEDIACIÓN



Desde la sociología se describe la cultura como un conjunto de creencias, valores y actitudes que determinan la forma de vivir de una sociedad y esto incluye la forma de pensar, de comportarse y de interrelacionarnos unos con otros. La psicología social entiende la cultura como un sistema compartido de creencias, valores y expectativas con la finalidad que la conducta de sus miembros resulte predecible, entendible, aceptable y valiosa. Desde esta perspectiva se entiende que la construcción cultural de una sociedad a través de un sistema de creencias y valores compartidos, genera unas normas sociales que regula la conducta de sus miembros. Los valores culturales por lo tanto son normativos y nos indican lo que es deseable y como debe estar configurada la realidad. Describen los ideales de una sociedad.
Los estereotipos son definidos como “…creencias que hacen referencia a grupos y que a su vez generan y comparten en y entre grupos dentro de una cultura” Huici (1999); Allport nos describe el proceso de categorización a través del cual agrupamos la información que nos resulta útil para adaptarnos al mundo y Teifel (1969) subraya que el estereotipo resulta una herramienta fundamental para simplificar la realidad y organizar la información sobre grupos con los que interaccionamos.
De los estereotipos pasamos a los prejuicios y de estos a la discriminación, esto es un realidad social y nos pone a todos en alerta porque nadie quiere ser juzgado y menos aún señalado (estigmatizado) y aislado. Hay una necesidad de pertenencia grupal tan grande que nos esforzamos en ser aceptados aunque sea a costa de nuestra propia libertad, es decir, a costa de nuestras propias creencias y valores.
Brené Brown, trabajadora social, conferenciante y divulgadora nos hace un análisis muy clarificador de cómo la cultura, los estereotipos y la necesidad de ser admitidos por el grupo social actúa sobre nosotros. Nos habla de la lucha por sentirnos aceptados, de estar a la altura de las expectativas de los grupos a los que queremos pertenecer y en excesiva preocupación por lo que los demás piensan de nosotros. Esto afecta a nuestros sentimientos, pensamientos y comportamientos y se traduce en vergüenza; vergüenza por mostrarnos tal y como somos, de pensar, sentir y actuar libremente sin encorsetarnos en unos roles, valores y creencias que no son las nuestras: y ser juzgadas negativamente, ridiculizadas y excluidas. Estamos hablando de desconexión y de soledad. La vergüenza se encuentra en los sitios más comunes como pueda ser nuestro aspecto físico, la maternidad, la familia, la educación de nuestros hijos, el dinero, el trabajo, el éxito, etc. Este es el entramado que forman la vergüenza, el miedo y las expectativas culturales, que nos llevan a un laberinto relacionado con la salud mental, la depresión, los trastornos de ansiedad y todo tipo de violencia.
Si concebimos la relación entre estereotipos, prejuicios y discriminación desde la concepción clásica de las actitudes, según la cual, las actitudes constan de tres componentes: cognitivo, afectivo y conductual (Fiske, 1998; Huici, 1999). El componente cognitivo estaría asociado al estereotipo, el afectivo al prejuicio y el conductual a la discriminación. La visión de Brené Brown encaja con esta conceptualización ya que desde su aportación como investigadora social alude a la vergüenza y la autoestima. La vergüenza la sentimos, es una emoción, es la manera de sentirnos cuando vivimos ciertas experiencias; por el contrario la autoestima la pensamos, se basa en cómo nos vemos y a lo que pensamos de nosotros mismos.
Uno de los estereotipos más estudiados por su influencia sobre nuestras vidas son los de género. El termino género hace referencia a las características psicosociales de la persona, como los roles, motivaciones y conductas que se asignan diferencialmente a hombres y mujeres. Se trata de un conjunto de creencias compartidas socialmente acerca de las características que poseen hombres y mujeres. El estereotipo femenino está compuesto de creencias como que las mujeres son emocionales, débiles, sumisas, comprensivas, cariñosas, sensibles a las necesidades de los demás, Esto no quiere decir que lo sean, solo que tienden a ser percibidas así. En el masculino, los hombres son duros, valientes, dominantes, atrevidos, agresivos, competitivos, líderes; esto tampoco se corresponde necesariamente con la realidad, es una percepción generalizada. Pero también hay una segunda dimensión en los estereotipos de género y es que a estas categorías a las que se adscriben a hombre y mujeres son también las que se consideran deseables y se espera de hombres y mujeres, la trasgresión a esta prescripción puede dar lugar a fuertes sanciones sociales como la exclusión, la estigmatización, el prejuicio, la desconexión.

Emma Whatson en su discurso ante las Naciones Unidas presentando el proyecto HeforShe nos describe muy bien cómo pueden modular nuestra vida estos estereotipos de género. Cito textualmente: “… Cuando tenía 14 años empecé a ser sexualizada por ciertos elementos de mi imagen, a los 15 mis amigas empezaron a dejar sus equipos deportivos por que no querían verse masculinizadas. A los 18 años mis amigos varones ya no eran capaces de expresar sus sentimientos”. En otro momento nos dice: “…he visto hombres jóvenes sufriendo de “salud mental” incapaces de pedir ayuda por temor a que se sientan menos hombres, de hecho en el Reino Unido, el suicidio es el mayor asesino de hombres entre 20 y 49 años, eclipsando accidentes de tráfico, cáncer y enfermedades coronarias. He visto hombres hacerse frágiles e inseguros por culpa de un sentimiento distorsionado de lo que constituye ser un hombre desarrollado. Los hombres tampoco tienen el beneficio de la igualdad. No se suele hablar de los hombres aprisionados por los estereotipos de género pero puedo ver que lo son y cuando estén libres, las cosas cambiaran para las mujeres como una consecuencia natural.
Por último, en mediación podemos comprobar como muchos de los conflictos que se originan están influenciados socialmente, que nuestra imposibilidad de llegar a una solución viene determinada por procesos de influencia social y que las dificultades para llegar a acuerdos en la mesa de medición también se ven condicionadas por estereotipos, prejuicios, procesos de categorización, influencia grupal (familia, amigos, compañeros, etc.). Sensibilizarnos y atender e identificar estos aspectos nos puede ayudar a los mediadores a flexibilizar las posturas de los mediados para llegar a acuerdos.

3 comentarios:

  1. Interesante articulo, hay que releerlo varias veces por que te hace pensar. los estereotipos existen , pero hay tantas excepciones .Como las soluciones a un conflicto, generalmente hay varias y todas ellas buenas.

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  2. Muy interesante el artículo que se podría sumar a este otro para desmitificar tópicos sobre la violencia contra la mujer
    http://www.amediar.info/genetica-y-violencia/

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